Néstor Kirchner y Lidia Papaleo, la viuda de David Graiver, escucharon en silencio los anuncios de la presidenta, sentados en primera fila, uno al lado del otro. Cuando la presentación terminó, tras el telón del Salón de los Patriotas Latinoamericanos, el ex presidente le preguntó qué le había parecido todo. “Brillante”, le dijo ella, cerca del oído, y lo enredó en un abrazo. Había tardado más de 30 años en juntar valor para contar toda la verdad.
En la otra silla, al otro costado de Kirchner, se sentó Rafael Ianover, de 85 años, sonriente. “Es todo muy emocionante. Tenemos la sensación de haber llegado a conocer la verdad. Es decir, yo la conocía en cierta parte, pero de esta manera todo el pueblo argentino se va a poder convencer de cómo se realizaron las cosas, cómo sucedieron”, le dijo Ianover, testaferro de David Graiver a Tiempo Argentino. Y enseguida le respondió a quienes se preguntan por qué pasaron tantos años sin animarse a denunciar en detalle cómo los habían forzado a desprenderse de Papel Prensa durante la última dictadura militar. “No lo hicimos antes porque sencillamente no se habían dado las condiciones políticas para poder hacerlo. Ahora sí”, explicó.
Muy cerca suyo, el empresario Osvaldo Papaleo, hermano de Lidia, dijo: “Este gobierno se animó a promover la verdad.”
“En aquel momento, atacar al Grupo Clarín sin un plafón político era un suicidio, pero ahora se va a destapar cómo creció ese grupo a costa de otros. Mi hermana nunca mantuvo una actitud protagónica. Esa historia nunca la hemos negado”, añadió.
Los testimonios de Lidia Papaleo y Rafael Ianover forman parte sustancial del informe Papel Prensa - La Verdad. Y, seguramente, serán la columna vertebral de la investigación por crímenes de lesa humanidad que el Procurador del Tesoro, Joaquín Da Rocha, pedirá en los próximos días ante la justicia
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