El ministro de Economía, Amado Boudou adelantó ayer que las negociaciones formales para saldar la deuda con el Club de París comenzarán, a más tardar, en la primera semana de diciembre. Boudou explicó que él en persona monitoreará la primera etapa del acuerdo, que consiste en la puesta a punto de los números finales de la deuda, ya que aún existen divergencias sobre el monto total.
Según los datos que se han hecho públicos, el país debía hasta 2001 alrededor de U$S 6500 millones, aunque esta cifra podría ser mayor porque no se contabilizan los intereses desde aquella época.
Los compromisos pendientes con el Club de París representan alrededor del 40% del total de la deuda elegible (incluido el porcentaje de los fondos buitre), que Boudou cifró en unos U$S 15 mil millones. Tiempo tuvo acceso en exclusiva a la correspondencia que intercambiaron el Club de París y el gobierno argentino para dar lugar a la reapertura de la negociación. La misiva que el organismo envió para formalizar la reapertura data del 9 de noviembre, mientras que la respuesta argentina lleva fecha del 16 de noviembre, una semana después (ver imágenes). En ningún caso hubo negociaciones en el marco de la reunión del G-20, como informaron algunos medios.
En la primera carta, que firma Ramón Fernández, el titular del organismo, queda en claro que el Club de París acepta reiniciar las conversaciones con la condición exigida por la Argentina de no imponer la participación del FMI en el acuerdo.
“He recibido con satisfacción su misiva del 9 de noviembre del corriente año, en la que se me manifiesta la predisposición de los acreedores de la República Argentina nucleados en el Club de París para entablar negociaciones en pos de concretar un plan de pagos serio y realista sin la necesidad de un programa del Fondo Monetario Internacional e incluso, sin la participación de dicho organismo”, indica la respuesta de Economía.
Este, sin lugar a duda, es uno de los puntos neurálgicos de la negociación, porque despejó los nubarrones que frenaban la reapertura de las negociaciones con el organismo. Una vez que se produzca un acuerdo respecto de los números finales de la deuda, las dos partes se sentarán a negociar los pormenores del acuerdo, una tarea aún más espinosa. Una de las aspiraciones argentinas es que las conversaciones sigan directrices similares al convenio que se firmó con la reestructuración de la deuda con el gobierno de España en 2007. Es decir, saldar la deuda en un plazo de seis años y en 24 cuotas trimestrales crecientes. En este primer borrador también se sugiere la posibilidad de pagar una tasa libor (0,74%) más el 1,4% anual.
“Se puede ofrecer como complemento de la oferta anterior, o bien de otra con plazo mayor, una opción de aceleración de los plazos en función del nuevo financiamiento, o garantía que otorgue cada país acreedor a empresas que inviertan en la Argentina o una medida de solvencia externa del país (acumulación de reservas, crecimiento del PBI, evolución de la balanza comercial, por ejemplo)”, explicó una fuente del Ministerio de Economía. Uno de los pilares de la estrategia de la Argentina para el pago de la deuda al Club de París es aislar en el contexto internacional a los fondos buitre, que le iniciaron juicio al país, porque la regularización en la práctica es un espaldarazo político de los principales gobiernos de las naciones centrales a la Argentina. En Economía también creen que sería un paso importante para achicar el riesgo país y retornar, si fuera necesario, al mercado de deuda pagando una tasa de interés muy baja. Y además que va a promover un mayor flujo de inversiones reales proveniente de los países acreedores y habilitará tasas comerciales menores a las actuales. “Esto demuestra que en los últimos siete años, la Argentina ganó la credibilidad de todos los acreedores internacionales, negociando con una posición dura y seria, reflejando el punto de vista del país en las negociaciones”, concluyó Boudou.
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