viernes, 1 de octubre de 2010

“Una asonada en un momento muy especial para América Latina”

El intento de golpe contra Rafael Correa muestra demasiados detalles propios de un mecanismo de relojería frío y bien calculado como para que se lo considere apenas una asonada de un grupo de policías malhumorados con aires bravucones .
Cuatro días después de una elección donde los medios internacionales instalaron la idea de un Chávez debilitado, a tres de la destitución de la senadora Piedad Córdoba acusada de contactos con las FARC, y en las vísperas de un comicio donde la elegida de Lula da Silva podría ganar en primera vuelta en Brasil, nada puede ser una casualidad.
Fue una buena señal que el colombiano Juan Manuel Santos, el peruano Alan García y el chileno Sebastián Piñera apuraran su adhesión incondicional a Correa y a las autoridades elegidas.
También que a la actitud esperable de la Unasur –que demuestra cada día más su importancia para el mantenimiento de la institucionalidad a nivel regional– se haya sumado presurosamente la OEA, entidad de la que forman parte los Estados Unidos.
No lo es tanto, en cambio, que el gobierno de Barack Obama haya recurrido al tradicional wait and see, esperar a ver qué pasa, antes de expedirse. No habla bien del presidente que se promocionaba como un cambio en la política exterior que su país vuelva a remolonear y condicionar una definición tajante en circunstancias como estas.
Ya lo había hecho aquel domingo de junio de 2009 cuando el presidente Manuel Zelaya fue sacado en pijamas del gobierno constitucional en Honduras. Esta demora lo coloca nuevamente demasiado cerca de los golpes financiados y fomentados por la CIA y los organismos ligados el departamento de Estado de otras épocas.
Desde las intentonas en la media luna próspera de Bolivia en 2008, pasando por el antecedente de Honduras y la espada siempre latente sobre el gobierno de Fernando Lugo en Paraguay, son cada vez más evidentes los ataques contra los gobiernos populares y progresistas de la región, apañados por los poderes centrales.
La respuesta de quienes apuestan a la democracia como modo de vida civilizado sigue siendo firme. Como para que el pasado trágico no se repita.

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